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  • Foto del escritorSam White

Oda a Julia

Estoy súper al pendiente de la última novela peruana que ha salido al mercado. Un spin-off de una telenovela que no pude ver en su momento, pero que seguro me habría maravillado. Hoy vamos a hablar de "Los Vilchez". No, miento. De Julia, interpretada por Patricia Barreto.

Intenté entrevistar a Patricia Barreto cuando interpretó a Ana Frank. Fue mi primer intento de buscar una entrevista: ¡No saben cuánto batallé! (Aunque, debo admitir, muchas veces el temor a que rechace a esta escritora novicia y periodista en proceso, era mucho mayor). Y, aunque no la conseguí para el trabajo que quería presentar en ese momento, no puedo negar que fue una experiencia divertida.

Pasó mucho tiempo después de ello y, como si el universo no quisiera que desistiera en aquella búsqueda por la entrevista inconclusa, se estrenaron "Los Vilchez". Fue una casualidad, mi madre estaba sintonizando América Televisión para ver qué tenía el mercado peruano para las cenas familiares: Una joya.

Una joya cada uno de los personajes, cada una de las historias y peripecias. No recuerdo ni el número de capítulo que estaban transmitiendo, pero era tan entretenida aquella historia ya comenzada, que no pude despegarme. Pero, de quién no podía despegarme, era de la tierna e inocente Julia (interpretada por aquella actriz que no pude conocer), enamorada del atlético y vivaz Bicho.

Una historia de amor jocosa. Una de esas historias de amor que te causan ternura, emoción, drama y suspenso; pero entre matices tan cómicos...que es imposible no identificarse con ellos.


Hasta tal punto que ya es una norma para mis familiares y amigos: Nada de llamadas e interrupciones de 8:30 a 9:30 pm, porque estoy en la sala prendida al televisor.


Creo que la razón por la que me encanta esa novela (muy aparte de ese carisma tan peculiar), es poder verme reflejada en alguien. Julia: La chica estudiosa, dedicada, lógica y centrada; que tiene miedo a abrir su corazón por temor a que la vuelvan a abandonar (como su madre lo hizo con ella de niña). Aquella chica que le cuesta romper aquellos esquemas mentales y el hecho de tomar nuevos riesgos es un trauma. Aquella que, aunque se queja del romanticismo de fantasía, no puede evitar verse en un mundo perfecto junto al ser con el que se ilusiona. Quizá es una defensa personal, quizá es un escudo para evitar aquella realidad que fue cruel con ella. Pero es por todas aquellas heridas y sufrimientos, que me parece el personaje más bello de toda la serie.


Julia es un mar de sentimientos. Un mar embravecido que puede estallar en cualquier momento, pero igual de manso con sus inseguridades. Y, a todo esto, llega Bicho.

Un muchacho despreocupado, que vive la vida a 1000km/h, pero que no deja de estar vacío: Le duele verse en la situación que le ha dado el destino, le duele ver a su familia partida en dos. Sin embargo, con la llegada de Julia, algo en él comienza a ver las cosas de una perspectiva diferente.


Quizá eso es lo que más me encanta de la relación de ellos dos, algo que es muy difícil de encontrar en novelas románticas (o, al menos, en las que he visto y leído): Un amor real. Real porque ambos cargan problemas, dificultades, vacíos. Ninguno le soluciona la vida al otro, ninguno repara las heridas de su compañeros; ambos se construyen, paso a paso.

Me agrada muchísimo ese concepto de amor-construido, más que amor-destino. Quizá ellos no están destinados a estar juntos por la disparidad de sus realidades, pero (aún si no terminaran juntos) habrían aprendido tanto uno del otro como para cambiar sus vidas y enriquecerse como personas.

¿Lo ven? Una maravilla.


Una maravilla que para nada del mundo quisiera perderme.

Una maravilla de la que todos deberíamos darnos cuenta.


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